Se requiere un cambio que está más allá de los estrechos parámetros normativos del debate actual, fuera de la fortaleza de nuestro sistema actual. Un sistema que se basa en los aspectos de nuestra naturaleza que son peligrosos sistémicamente: la codicia, el egoísmo y el miedo. Estas son ideas viejas y muertas. Es por eso que su negocio se lleva a cabo en lugares arcaicos. Anticuados, edificios elegantes, llenas de roble y cuero.
Somos mamíferos en un planeta, que ahora se enfrentan a una lucha por la supervivencia, si nuestra especie quiere evitar su caducidad. No podemos ser guiados por personas que nunca han tenido problemas, hijos de un sistema ideado por los Whigs y los viejos racistas holandeses.
Ahora tenemos que vivir en la realidad, interna y externa. La conciencia misma tiene que cambiar. Mi optimismo procede enteramente del conocimiento de que este cambio social total es en realidad la responsabilidad compartida de los seis mil millones de personas que en última instancia tienen los mismos intereses. El instinto de conservación y la supervivencia del planeta. Esta es una idea mejor que el sostenimiento de una élite.
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