domingo, 18 de agosto de 2013

dibujar la muerte


En 1940, el artista británico Rex Whistler veló a su padre recién muerto. Cogió un lápiz y se puso a dibujar a Henry como si solo estuviera dormido. Cuatro años más tarde él también moriría, acribillado en su primer día de combate, en Normandía.
Aunque joven, ya había llenado muchos cuadernos repletos de cabecitas brillantes. Si dibujaba a la modelo desnuda, no podía dejar de esbozar al profesor y a todos sus compañeros de estudios en la misma hoja. Whistler era un perseguidor de los márgenes, un garabateador de bordes. Su libreta de direcciones estaba llena de rostros, edificios y paisajes. Cuando lo mataron, aún llevaba una libreta con dibujos de sus compañeros soldados. Unos dibujos con mayor fuerza que nunca y que aventuraban una carrera junto a su padre en aquel lado de la muerte. El periódico The Times recibió más cartas sobre la muerte de Whistler que por cualquier otra víctima de la guerra.

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