miércoles, 21 de agosto de 2013
tazones y villaviciosa
Junto a Villaviciosa, visitamos Tazones, tranquilo y apacible. Con casas de piedra y madera con sabor popular. Muy limpio. Alguna casa totalmente cubierta de conchas merece estar sobre el televisor de Polifemo. El puerto y la playa están en la misma ensenada. La playa es pequeñita y hay que esperar la marea baja para descubrir la arena. Mientras dibujo, unos moteros hablan de Nueva York a la manera asturiana. Beni y Mariví toman el sol en la paerilla del paseín. En la esquina del puerto hay una escalera donde inicia un camino de pedrones que lleva a un yacimiento jurásico, unas lastras de impresión con huellas de dinosaurios no demasiado evidentes. Hay huellas tridáctiles y palmípedas como de medio metro. Me baño.
Colas en la carretera a Villaviciosa, donde vemos la fábrica de la sidra champán El Gaitero, fundada por el indiano Bedulio Fernández Pando, gran benefactor de Villaviciosa y muerto en 1927 e inmortalizado en una estatua de Benlliure frente al teatro y las escuelas Primo de Rivera. El edificio de la fábrica es bonito, muy bien integrado en el verde del paisaje. Los bares en Villaviciosa son antiguos, con ese aire de provincias como el Bar Moderno, donde el Athletic de Bilbao juega contra el Real Betis Balompié y Julen Guerrero acaba de fallar un gol cantado.
Merece la pena la iglesia románica (s.XIII) de Santa María de Oliva, con capiteles preciosos en los arcos de la puerta principal (signos extraños, vegetales y motivos zoomórficos). Rodeando la iglesia aparecen los más extraños animales que pueda uno imaginar.
Pixín: Rape
Bugre: Bogavante
Andariques: Nécoras
Chopa: Sargo
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