Pasamos la mañana en el Fnac mirando guías de Perú y Chile. Después, conseguimos una mesa en el bar restaurante Selva. Entre el queso fresco a la plancha con mermelada de pimientos y la entraña al punto, aparece un compungido Alfonso. Juntos damos cuenta de una copa de orujo y luego otra de güisqui que nos saca Isabel en su taller. Mientras ella trabaja en un armario de raíz de nogal, mientras mima con ceras una parte a la que Alfonso llama ataúd, los dibujo en medio de cientos de pomillos y herramientas ordenados meticulosamente. Isabel gusta de rodearse de y restaurar viejos muebles, en los que ve estilos e intenciones de sesudos diseñadores, y lo hace con amor, muy bien. En la calle de la Palma número 34 de Madrid.
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