Cambiar de cuaderno es también una liberación, como cambiar de casa, de mujer, de curro, de país, de riñón, de amigos, de jeta o de zapatos. Uno se cansa de su diario y quiere viajar para iniciar un nuevo cuaderno con otra gente, con otro paisaje, con otro clima. Inventarse un personaje y otra vida allí. Pero luego siempre ese idioma, ese rotulata, las acuarelas infames, dibujar siempre lo que ves. Entonces, cuando se acaba el cuaderno, viene el relax del examen terminado. La ilusión de un nuevo ciclo.
Vivo entre cuadernos, entre la ciudad, el pueblo, la playa y los viajes. De un sitio a otro, valoro lo nuevo y también lo que dejo. Y los sentimientos que todo me provoca. La doble página de arriba fue mi vuelta al diario después del cuaderno de Lisboa, rellenado hasta las guardas. Me liberó del estilo que había usado, de los materiales y herramientas. Ni yo mismo me reconozco.
Palabras expertas del cuadernista por excelencia...
ResponderEliminarQue magia en tus palabras y en tus dibujos. El cuaderno siempre es ...Estar De Vuelta.
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