Durante los años 2009 y 2010 viajé tres veces a Argelia. Volví con un centenar de acuarelas de distintos formatos y dos gruesos cuadernos llenos de notas, dibujos rápidos, y papeles pegados. En contra de lo que pudiera parecer, tal cantidad de trabajo no fue fruto del aburrimiento, sino de la sobreexcitación. Argelia es rica en estímulos y la calle, donde está hecho todo mi trabajo, es un hervidero donde lo difícil es permanecer indiferente.
Al sur de la franja costera hay un desierto inabarcable que recorrí en toda suerte de transporte público. Trabajar allí con poco pigmento y mucha agua tiene un algo de absurdo. Tan absurdo, tal vez, como hacer acuarelas de viaje en pleno siglo XXI.
Así presenta su exposición Enrique Flores en la galería Pelayo47, en la calle Pelayo número 47 de Madrid, que se inauguró el jueves noche. Quienes conocen su trabajo saben que no es para perdérsela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario