viernes, 21 de octubre de 2011

plaza de jacinto benavente



















La Puerta del Sol de Madrid tiene dos vertientes de calles peligrosas llenas de trileros, revendedores de entradas de la Monumental de Las Ventas, carteristas, chulos y putas. El Mamotreto de El Corte Inglés y, posteriormente, otras tiendas de ropa, convirtieron Preciados y Carmen en tontódromo de turistas, provincianos y habitantes del extrarradio. Ya cerrado el cine de chaperos y convertido en bingo, Zara y unas cuantas zapaterías salvaron Carretas para el comercio. Pero durante mucho tiempo, Cruz, Cádiz, Barcelona, Spoz y Mina, el callejón del Gato y demás han servido de escondite para rateros de baja monta. Por aquí veníamos a comprar material fotográfico en las desaparecidas tiendas Aquí, con muy buenos precios. Cuando yo me instalé, en el 96, la calle Cruz ya era de copas, reduciendo el territorio de meretrices a la esquina con Benavente y la Plaza. En Cádiz y Barcelona se fueron cerrando sus viejas tiendas y abriendo restaurantes de menú para turistas. Las viejas putas se fueron jubilando y aparecieron jóvenes marroquíes, rumanas, sudamericanas y aquella vieja rusa que siempre me guiñaba el ojo.
Yo tenía dos balcones a la plaza y me asomaba para mirar el espectáculo: las bromas, el regateo, aquel cura con boina y una gran cruz de madera en el pecho que venía a evangelizarlas, la caravana que les hacía la prueba del sida por un bocata, los repartidores de condones, los chulos al sol, todas las monjas y seglares que venían a comprar libros a la librería San Pablo y el trasiego de gente que bajaba y subía de y a los autobuses. En aquellos años, se instaló el primer chino, en un cuchitril lleno de pipas y chuches, y un cascote cayó del Teatro y mató a alguien que, en un coche, esperaba en el semáforo (yo voy siempre por la otra acera, no me fío de José Luis Moreno).
Mucho más tarde se construyeron los baños árabes en un antiguo caserón, luego se quitó la parte ajardinada y se llenó todo de granito, muy al estilo Gallardón. Ahora está en la ruta turística del Museo del Prado al Palacio de Oriente. Mi oficina, en una casa de mediados del XIX, es ahora una cafetería para guiris. Alguna vez me he tomado un café junto a uno de los balcones para recordar viejos tiempos.
Desde mi mesa, el balcón encuadraba esta vista del Calderón, ahora con nombre de helados, y los cines Ideal (que antes fue un cine inmenso donde por primera vez vi al Vengador Tóxico). Este dibujo corresponde a esa vista, en 1996.

Sobre la creación de esta plaza, ya en el siglo XX, puede leerse una interesante entrada, ilustrada con planos y fotos antiguas, en este  blog.
Las fotos son de 1906 (el primer edificio de la derecha es ahora plaza), 1921 (primeros solares donde  se haría la plaza), 1942 (en el centro: mi edificio, los dos balcones por la derecha de la primera planta: mi oficina) y 1964 (el Teatro Calderón desde Carretas, a la derecha el ocupado Hotel Madrid); y las he traído desde aquel.


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