Mientras espero una llamada, me siento en Los Arcos delante de un café con leche. El bar está oscuro, sólo la luz lateral que entra por la ventana ilumina la partida de truque. Tomás Hernansanz, Vicente Cachamarro, Vicente Alonso y Antonio Chinatitas se juegan las consumiciones. Tomás lleva vendados los brazos. Se quemó con el aceite en la comida del sábado. ¡Echar la carne de golpe, ni al que asó la manteca! Como no tengo colores doy los tonos con los restos del café. Menos mal que tiene poca leche y poco azúcar. Va mejor que la tinta y eso que es de las caras.
Fernando no me cobra. Ha visto el azucarillo con el logo del local. Propaganda en internet, me dice. Él es quien me ayuda con los nombres que no me sé. Su hija música me sigue y yo me acuerdo de ella cuando escribo sobre su pueblo.
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