sábado, 11 de abril de 2020

el fracaso mundial frente al coronavirus

La respuesta global al coronavirus es el peor fracaso de la política científica mundial en una generación. Las señales eran claras: Hendra en 1994, Nipah en 1998, Sars en el 2003, Mers en el 2012 y ébola en el 2014; Todas estas grandes epidemias humanas fueron causadas por virus que se originaron en huéspedes animales y se cruzaron en humanos. En 2004, el Instituto de Medicina de Estados Unidos hizo un análisis sobre la respuesta al Sars en el que decía que "la rápida contención es un éxito en la salud pública, pero también una advertencia. Si Saars vuelve a ocurrir, los sistemas de salud en todo el mundo se verán sometidos a una presión extrema. La vigilancia continua es vital". Pero el mundo ignoró estas advertencias. 

Esta crisis sanitaria ha revelado la asombrosa fragilidad de nuestras sociedades y la incapacidad para cooperar, coordinar y actuar juntos. El personal sanitario nos dice: «Estoy harto de que me llamen héroe, porque si tuviera alguna opción no iría a trabajar», «es un suicidio» o «me siento como un soldado yendo a la guerra sin un arma». El gobierno dijo desde un principio que «hemos estado siguiendo los consejos médicos y científicos»; es una buena frase, pero solo cierta en parte, porque el gobierno sabía que el sistema de salud no estaba preparado, que no había logrado desarrollar el incremento necesario de capacidad de cuidados intensivos para poder atender a todos los pacientes que lo iban a requerir. La austeridad mitigó la ambición y el compromiso del gobierno de proteger a su gente. El objetivo político era disminuir el tamaño y el papel del estado. El resultado fue dejar el país fatalmente debilitado.

Las catástrofes revelan la debilidad de la memoria humana. Si la crisis sanitaria imbuye a los seres humanos con algo de humildad, quizá, después de todo, seamos receptivos a las lecciones de esta pandemia letal, porque la próxima plaga seguramente llegará y viendo la historia reciente, ese momento llegará antes de lo que pensamos.

Richard Horton, editor de la prestigiosa revista científica británica The Lancet

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