jueves, 29 de junio de 2017

el cuaderno de diego rivera en su viaje a la unión soviética en mil novecientos veintiocho


A principios del siglo XX se intensificaron las relaciones culturales, científicas y educativas entre México y Rusia, con Porfirio Díaz y Nicolás II en la dirección de ambos países. Ambas revoluciones, la mexicana y la rusa, se influenciaron entre sí. En 1924 México reconoce a la nueva URSS surgida de la revolución del 17, que abre su embajada en DF. Allí se alojó el embajador Stanislav Pestkovski durante dos años, quien fue reemplazado por Alejandra Kollontái, primera mujer embajadora del mundo. Aunque sólo estuvo seis meses tuvo una gestión con un fuerte componente cultural muy valorada por el gobierno mexicano, que le daría en el 46 la condecoración de la orden de Águila Azteca. Por contra, Argentina, Colombia, Chile, Brasil y Uruguay rompieron relaciones con Rusia entre 1917 y 1950. En enero de 1930 el presidente Portes Gil decidió romper relaciones diplomáticas aduciendo la intervención del Gobierno soviético en asuntos internos de México, pero esto no detuvo el ímpetu de las relaciones culturales, iniciándose una etapa de gran afinidad entre ciertos cír­culos­ de artistas y de la iz­quier­­da intelectual me­xicana,­ simpatizantes del movimiento comunista, con la Unión Soviética. Gracias a la intervención de algunos destacados comunistas mexicanos como Diego Rivera, el presidente Cárdenas decidió otorgar asilo político a León ­Trotsky en 1937. Cárdenas inició un nuevo acercamiento en la relaciones con la URSS, recordemos que fue quien acogió a muchos republicanos huidos de España tras la victoria del fascismo. Las relaciones se reanudaron en el 42 y no han sido nunca interrumpidas hasta hoy. Para entonces Diego ya se había divorciado de Frida Kahlo, que había hospedado a Trotsky en su Casa Azul, se había distanciado de las ideas marxistas de este último en el 39 y es posible una colaboración en su asesinato en 1940 (perpetrado por el agente stalinista español Pedro Mercader). El primer intento de asesinato fue dirigido por el también muralista Siqueiros, los asaltantes utilizaron una camioneta que Ford había regalado a Diego.

Me peleé definitivamente con el viejo (Leon Trotsky) y puse mi renuncia a la cuarta (IV Internacional) para evitar pendejadas. Figúrate que se puso furioso porque leyó a escondidas una carta que le escribí a André (Bretón) […] se puso loco de furia por unos chistes que hacía yo sobre él y escribió una 'declaration forcée' que ni contra Stalin habría escrito exigiendo que le escribiera yo a André retractándome de los chistes que ofendían 'su honor político' […], según escribe Diego a Frida en una carta del 39.

Se ha exagerado la cuestión de los amoríos de Trotsky y Frida, lo cual es irrelevante en la relación Frida-Diego-Trotski, asegura Raquel Tibol, crítica de arte y ex secretaria de Rivera.

Diego ha trabajado para el movimiento de la mejor forma que ha podido -siempre muy honestamente. […] Si no puede ser miembro de la IV Internacional por estúpidos motivos como 'no responder cartas a tiempo', él puede ser un simpatizante y una gran ayuda a los trabajadores del mundo que luchan en la línea de la revolución; le escribe Frida a Leo tras no permitir que interviniera en la redacción de la IV Internacional.

Sabemos que Mayakovski estuvo en México y que uno de esos intelectuales prosoviéticos mexicanos, el famoso muralista, estuvo en la URSS. Recordemos que éste mantuvo en París una relación de diez años con la pintora rusa Angelina Petrovna Belova, que tuvo una hija en 1919 con Marievna Vorobieva-Stebelska y que en 1922 se afilia al Partido Comunista Mexicano. Mientras fuera director artístico de la revista bilingüe Mexican Folkways, en colaboración con la norteamericana Francés Toor, o Paca Toor, en la que hizo muchas portadas, Diego hizo un viaje a la URSS de octubre de 1927 a junio de 1928, invitado a los festejos de los primeros diez años de la Revolución de Octubre en la Unión Soviética, como parte de una delegación oficial del Partido, que vivió muy cerca de Stalin. Rivera estaba en Moscú cuando el XV Congreso del Partido Bolchevique decide deportar a Trosky a Alma-Ata, en Asia Central, el 28 de diciembre de 1927, acusado de divisionismo. Trosky confesaría unos años más tarde, en 1933, que los frescos de Rivera le impresionaron por la mezcla de virilidad y calma, casi de ternura, por su dinámica interna y su tranquilo equilibrio, por la frescura y magnificencia al abortar al hombre y al animal-y por ser un revolucionario amigo de la oposición de izquierda.


Su amigo norteamericano Alfred H. Barr Jr. le motivó para que antes de partir de Moscú, él dejará sus impresiones a través de la pinturaRealizó más de 45 apuntes de acuarela sobre distintas escenas en la capital soviética y algunos otros lugares visitados por él. En la mayoría de estas escenas aparecen militantes del Partido Comunista ruso portando grandes banderas rojas y manifestándose en la Plaza Roja de Moscú, lugar central de dichas manifestaciones. Todas estas pequeñas pinturas fueron realzadas por el artista en 1928. Durante su estancia en la URSS, Rivera convivió con Alfred H. Barr Jr. y a Jere Abbott, que poco después se convertirían en el primer director y subdirector del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Supuso un cambio de estilo en los dibujos, ahora más vigorosos. Las líneas son más gruesas, más rítmicas y más dinámicas, y más tarde los contornos son gruesos y rotundos, comenta Tibol, como puede verse en los dos último tomos de su Convenciones.

También proyecta un mural al fresco para el Club Dux del Ejército Rojo, situado en un afrancesado palacio imperial decimonónico, firmando incluso un contrato con Anatoli Lunacharski, Comisario de Educación Soviética, el cual queda sin ejecutar, pues se interpone siempre algún obstáculo burocrático.  Dictó conferencias sobre arte mexicano y fue nombrado Inspector de la Academia de Artes de Moscú, proyectando cuatro murales más: para el Club de Obreros Metalúrgicos, para la Fábrica Dínamo; para la Academia Comunista y uno más para Biblioteca Vladimir Ilich Lenin. Nada de ello pudo llevarse a cabo, principalmente porque inmediatamente surgieron diferencias irreconciliables entre los artistas soviéticos y Rivera. Los artistas de Moscú le parecieron al pintor mexicano anacrónicamente academicistas y atrasados respecto e la modernidad y las innovaciones económicas e industriales de occidente, además de no tener ningún contacto con las tradiciones del arte popular local, por lo que su intento de introducir las novedades de la estética vanguardista resultaron para él un doloroso fracaso, pesando en su contra también para el Partido su confesada simpatía por León Trosky.

La oficialidad soviética lo criticó por querer volver a la representación de la naturaleza y por valorar incorrectamente el papel clave de la industrialización, calificándolo de “artista burgués”. Rivera descubrió que una gran parte de sus amigos rusos -pintores futuristas, expresionistas, cubistas y modernistas que había conocido en Francia- no podían ya alzar la voz y muchos de ellos tuvieron que abandonar el país. En mayo de 1928 el artista abandonó Moscú, lo que le costó la expulsión del Partido Comunista de México. Desde su distanciamiento con Trotsky y sus simpatías, junto a Frida, por el stalinismo, luchó por ser readmitido. No lo lograría hasta 1955. Abierto el archivo secreto de Diego a su muerte, se encontró una carta a él dirigida por el mismo Stalin.

Revista Terranova
Ilustradores de libros
El País
EscrutinioDigital
Wikipedia
nobrashfestivity

2 comentarios:

  1. Gracias José María. Interessa-me muito este tipo de coisas.

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  2. Además del interesante triángulo Frida-Diego-Leo, se une el desastroso devenir de la Revolución con Stalin, y mucho más interesante si hay cuadernos de por medio. Un saludo Eduardo.

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