Caracterizado por un hermoso color bermellón que, una vez reducido a polvo, produce uno de los pigmentos rojos más valorados de la naturaleza. Fue utilizado como pigmento en pinturas rupestres desde la antigüedad, incluyendo sitios como Çatalhöyük en Turquía y en la cultura Yangshao en China, y también en la pintura mural romana el el cuadrante nororiental de Hispania.
En los últimos veinte años y, de manera especial, en la última década, se está sucediendo en la península ibérica una creciente serie de hallazgos de cinabrio en contextos funerarios de cronología prehistórica que plantean un interesante debate sobre la función del mineral rojo y su consistencia como un indicador de prácticas rituales, a la par que como un producto cargado de significación simbólica en el lenguaje mortuorio.
El cinabrio se encuentra naturalmente en la tierra, a menudo asociado con rocas volcánicas y fuentes termales. Su color rojo vibrante lo convirtió en un pigmento atractivo para las primeras culturas, que lo utilizaban para decorar paredes, cerámicas, y otros objetos.
El cinabrio se encuentra naturalmente en la tierra, a menudo asociado con rocas volcánicas y fuentes termales. Su color rojo vibrante lo convirtió en un pigmento atractivo para las primeras culturas, que lo utilizaban para decorar paredes, cerámicas, y otros objetos.
Sobre su uso en época romana es Plinio quien nos informa de que la mina más importante, por las rentas elevadas que proporcionaba al Estado, era la de Sisapo, en la Bética. Gracias a las investigaciones arqueológicas que se llevan a cabo desde el año 1981, sabemos que la ciudad de Sisapo se localiza en La Bienvenida (Almodóvar del Campo, Ciudad Real) mientras que las minas de cinabrio gestionadas desde este núcleo se hallaban en la comarca de Almadén, lugar que acumula las mayores reservas planetarias de este mineral. Aunque la mina era propiedad del Estado romano, la gestión de las explotaciones corría a cargo de una sociedad arrendataria (societas sisaponensis). Las explotaciones debieron mantenerse activas hasta fines del siglo II o primeras décadas del III d.C., fecha en que se han documentado signos evidentes del abandono del núcleo, que será después objetos de sucesivas ocupaciones con un modelo alejado del ordenamiento de la ciudad clásica. Sin embargo, en el mundo romano no solo hay constancia de las minas sisaponenses, sino que también existen depósitos de menor entidad en la propia Hispania, en el norte de León y en el sur de Asturias o en el área de las Alpujárrides en Granada, y de igual manera se constatan en otros lugares del continente europeo como Monte Amiata (Italia) e Idria (Eslovenia).
La identificación del cinabrio en la pintura se ha realizado utilizando una técnica analítica conocida como fluorescencia de rayos X por energía dispersiva (EDXRF) que se viene aplicando desde hace tres décadas. Un gran paso adelante en la búsqueda de información apoyada en la arqueometría consiste en intentar establecer el origen geológico del mineral empleado en las pinturas de distintos yacimientos. A tal fin, una vía analítica que está proporcionando buenos resultados en los últimos años es el estudio de la composición isotópica de 206Pb, 207Pb y 208Pb presentes como impurezas en los minerales de mercurio para su cruce con la caracterización de los yacimientos de referencia. A esta técnica, se añaden otras como la caracterización de isótopos de azufre o la espectroscopía Raman. En algunas culturas, el rojo del cinabrio se asociaba con la vida, la muerte y el renacimiento. También se utilizaba en la decoración de tumbas, máscaras y otros objetos. En 1994 se halló en Palenque un sarcófago con un esqueleto de una mujer de alto rango cubierto de cinabrio, a la que se llamó la Reina Roja.
También puede ser utilizado para hacer una amalgama con oro al mezclar polvo de oro con el mercurio. Este compuesto si se quema evaporará el mercurio y dejará el oro, ya que con el calor pasa de sólido a gas sin pasar por su estado líquido, fenómeno llamado sublimación.
El cinabrio, aunque hermoso, es tóxico debido a su contenido de mercurio. A pesar de esto, su uso en la antigüedad fue generalizado, y se extendió hasta la Edad Media, donde se empleó en la iluminación de manuscritos y como colorante en el lacre para sellar documentos. En el Renacimiento, artistas como Giotto, Tiziano y Van Eyck utilizaban cinabrio como pigmento rojo brillante. A medida que se fue tomando conciencia de la toxicidad del cinabrio y sus efectos nocivos para la salud, su uso fue disminuyendo gradualmente. El descubrimiento de otros pigmentos rojos menos tóxicos, como el rojo cadmio, así como el avance en la química y la tecnología, contribuyeron al declive del cinabrio como pigmento artístico y material de uso generalizado. Aunque sigue siendo apreciado por su belleza y su valor histórico, el cinabrio ha sido reemplazado por alternativas más seguras en la mayoría de sus aplicaciones.
El cinabrio, aunque hermoso, es tóxico debido a su contenido de mercurio. A pesar de esto, su uso en la antigüedad fue generalizado, y se extendió hasta la Edad Media, donde se empleó en la iluminación de manuscritos y como colorante en el lacre para sellar documentos. En el Renacimiento, artistas como Giotto, Tiziano y Van Eyck utilizaban cinabrio como pigmento rojo brillante. A medida que se fue tomando conciencia de la toxicidad del cinabrio y sus efectos nocivos para la salud, su uso fue disminuyendo gradualmente. El descubrimiento de otros pigmentos rojos menos tóxicos, como el rojo cadmio, así como el avance en la química y la tecnología, contribuyeron al declive del cinabrio como pigmento artístico y material de uso generalizado. Aunque sigue siendo apreciado por su belleza y su valor histórico, el cinabrio ha sido reemplazado por alternativas más seguras en la mayoría de sus aplicaciones.
Se puede encontrar en todos los lugares que producen el mercurio, especialmente en Almadén (Ciudad Real, España), así como en Lena (Asturias, España), Nuevo Almadén (California), Idrija (Eslovenia), Landsberg, cerca de Ober-Moschel en el Palatinado (Alemania), La Ripa, al pie de los Alpes Apuanos, en la región de la Toscana (Italia), las montañas Avala (Serbia), la Región Huancavelica (Perú), La Virginia en Quindío (Colombia), Sierra Gorda en Querétaro (México) y la provincia de Kweichow en China, de donde fueron obtenidos cristales muy finos.
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