lunes, 25 de junio de 2018
la ontavia y las lagunas de ruidera
Ya sin madrugón, despertamos en Terrinches y desayunamos en el hostal. Nos juntamos con Pedro, una especie de animador cultural y guía del Ayuntamiento, en la plaza y vamos al yacimiento de la Ontavia, junto a lo que fuera calzada romana que unía Cádiz con Levante. Aquí hubo una villa cada legua, que serían, tras la desintegración del Imperio Romano, el origen de un grupo de ermitas y aldeas que subieron en altura. La Ontavia es un conjunto de restos de unas termas con cierta importancia. El hecho de no haber encontrado un conjunto con la estructura de domus romana no permite a los arqueólogos decir que fuera una villa. Se sabe que se usó entre los siglos II y IV, y que, tras su abandono, los visigodos usaron el edificio para enterrar a sus muertos. Usaron los muros exteriores como uno de los lados, pero también las hay completas con lajas de pizarra, de la sierra próxima. La zona es campo de cereal que deviene olivos en los cerros cercanos con población y sierra al otro, con suelo pobre de pizarras. Por eso su fauna incluye perdices, conejos, abutardas, águilas y buitres; y también ciervos y jabalíes. Vemos un águila rondando un nido de perdiz hasta que cae en picado y en los móviles veo fotos de ese gran pájaro que es la abutarda.
Avisados de que las Lagunas de Ruidera han aumentado consideramblemente su volumen de agua en veinte días, vamos por Montiel, Villahermosa y la Cueva de Montesinos, a comer a un restaurante justo en la orilla de la laguna Salvadora, con su pequeña playa para bañarse entre la vegetación, almeces y chopos, y que se llama La Vega, por recomendación de Pedro. Comemos bien y a gusto carnes a la brasa, con sobremesa. Las lagunas están a tope de agua. Después visitamos el resto hacia Ciudad Real: la Redondilla, que suele estar seca, vierte sus aguas en cascada sobre la Lengua y esta sobre la Salvadora en un espectáculo impresionante que pintan al óleo un grupo de artistas, sin representar el nacimiento de una venus jacuzzi que se regodea de su esplendor entre la espuma. A veces los grandes sucesos de la Historia pasaron desapercibidos por los propios testigos, y no eran el centro del Universo, como parecen indicar las grandes obras. En la Santos Bustillo me doy un baño relajante, aprovechando que hoy hay poco público. Finalmente, paseamos hasta el llamado Hundimiento, una cascada entre higueras formada en 1545 al reventar las paredes de una laguna y liberar una gran masa de agua que se llevó por delante una serie de molinos.
Antiguas fotos del Hundimiento en Ruidera treasures
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