Se ve obligado a educar su mano izquierda para seguir pintando. Basándose en los dibujos y bocetos que había realizado durante la campaña de la guerra del Paraguay mientras presenciaba los hechos se dedica a pintar ese acontecimiento que tan vivamente marcó su vida. Veintinueve óleos que expone en los salones del Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires en marzo de 1885. En 1886 el general Mitre le dice que "sus cuadros son verdaderos documentos históricos" y en septiembre del año siguiente el Gobierno nacional le compra los cuadros.
Sobre la base de sus dibujos y croquis el artista realizó sus pinturas. "En algunos casos hay una exacta correspondencia entre óleo y dibujo; en otros hay variaciones en la altura de la línea del horizonte, en el terreno abarcado o en algunas de las escenas representadas. En ocasiones el boceto se limita al paisaje y los personajes recién aparecen en la pintura", nos cuentan Marta Gil Solá y Marta Dujovne. Cándido López pinta desde la memoria y la imaginación. A partir de sus bocetos recrea algo que ha penetrado muy profundamente en él y que forma parte de sus vivencias más preciadas.
En total pinta cincuenta y ocho cuadros. Su afán documental hace que las pinturas están identificadas en todos los casos, al referirse a hechos y momentos particulares de esa guerra. Son grandes cuadros panorámicos donde predomina la visión aérea. Como dice Samuel Oliver: "Tenía la maravillosa facultad de ver numerosas escenas al mismo tiempo, como si fuera un ángel custodio poseedor de una visión de gran angular, en vez de la pobre y limitada visión humana de treinta grados". Hay un cierto gigantismo en la visión de la naturaleza. Su pintura nada tiene que ver con sus más cercanos contemporáneos. En estas obras abandona el academicismo y olvida las modas de entonces. Pinta lo suyo desde y como lo siente y con los recursos que le permiten hacerlo.
Cándido López de Fermín Fèvre. Editorial El Ateneo, Buenos Aires 2000
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