sábado, 2 de junio de 2018

cuaderno de edimburgo


Pasamos unos días en esta hermosa ciudad de casas de piedra con tejados de pizarra. Incluso con la niebla de la mañana es bonita con las siluetas difuminadas de las agujas y las chimeneas entre el cielo lechoso. Hay muchos parques y jardines con árboles gigantes, sobre todo arces. También los cementerios reverdean y las piedras de las tumbas parecen disolverse. Los castaños de indias y los espinos blancos están en flor. Hay grandes espacios de sólo hierba y un enorme árbol solitario, con un fondo de la montaña naranja. En el aire palomas, gaviotas, cuervos y gaitas. Para descansar y comer todo está lleno de pubs con cerveza artesana y restaurantes pequeños con terrazas. La gente es agradable y orgullosa de sus tradiciones. Todo te abraza calurosamente con madera. Los museos no cobran entrada, no todos, admitiendo donaciones para su mantenimiento. Los pubs y restaurantes son ruidosos. Nos sentimos como en casa. Paseamos y paseamos encontrando muchos rincones. Por la ciudad vieja y la nueva, por el puerto en Leith, por la orilla del canal y la montaña de Holyrood Park. Nos sentimos bien. Nos gusta.

Mis museos favoritos han sido el de Historia y el de la Infancia, y mi restaurante The Walnut, un pequeño local con comida elaborada, rica y materia prima fresca, especialmente los pescados.

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