Respecto de otros animales, nuestra cara es más vertical, sí, eso es verdad. Pero la diferencia no está en lo que se proyecta. Hay una diferencia más importante, entre caras grandes y caras planas que no tienen relieves, que no están modeladas. Si pensamos en el trabajo de un escultor modelando la arcilla, tenemos caras con una topografía, un relieve... Eso es lo propio del Homo sapiens. Las otras caras tienen más hueso, son más grandes, más masivas y yo las describo como "caretas".
Nuestra cara es diferente de cualquier otra, no solo en el resultado final, sino en cómo va siendo a lo largo del crecimiento. Es como si nuestro escultor trabajara de otra forma. La pregunta que yo lanzo es: nuestra cara, ¿por qué es distinta y para qué está adaptada? Y entonces yo presento la idea a contrastar y discutir de que nuestra cara, aparte de para masticar, también cumple una función que es la de la comunicación. Es decir, es distinta porque en nuestra especie la comunicación social se ha desarrollado más que en otras.
Es interesante ver que en los últimos miles de años ha habido cambios significativos en la cara y que tienen que ver con interacciones con la cultura, es decir, al aparecer por ejemplo determinados tipo de alimentos, o la preparación, eso ha influido. La preparación y la cocción del alimento hacen que en algunas poblaciones como las occidentales la dentición no se complete siempre. Es un ejemplo de cómo la cultura ha modelado nuestra anatomía, nuestra biología. Es muy probable que las caras pequeñas de los europeos y los orientales, de los mongoloides, tenga que ver con lo que en los últimos diez mil años venimos haciendo de preparación del alimento y consumo de vegetales blandos, con una cara y una dentición reducidas.
Juan Luis Arsuaga en VozPopuli
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