Bar
Orosia, en la calle Libertad y con el nombre de la abuela, con ricas y elaboradas tapas calientes (con la caña por 1,65), agradables y eficientes hermanos camareros y variedad de vinos. El
Galafate, que significa ladrón sagaz, de clientes desaseados y viciosos, en la calle Estrella. El
Rincón, un bar pequeñito regentado por el dominicano Julián y Laura, en la calle Azucena. La churrería cafetería
Pilar en Estrella con Luz. La nueva y destartalada cafetería
Cruz en la Plaza Mayor.
El Capricho, en Libertad con Cardenal Monescillo, de tapas de conserva sobre pan caliente y cervezas Mahou tiradas excelentemente. La taberna
Cripta y Villa, en la calle Lirio, con litronas, botellas de vino a granel y tapas frías para estudiantes.
La gastroteca y tapería de Pilar, la ex de Jasu, que nos acerca a Bolaños, levemente, con sus tapas de migas, potajillo, gachas y tiznao. Y el bar
Acuario, con terraza en la Plaza Mayor, con sus famosas tapas calientes de huevo con besamel, guitarras de jamón, rebozados de bacalao, etc.
El Capricho ya ha desaparecido.
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