La
Tapería Txoko es un bar familiar con tapas elaboradas y muy poco conocimiento sobre vinos, pero en el que disfruto de su candidez (hay dos dibujos). En el mínimo
Postas 29, la caña con tapa de cocina solo cuesta un euro, y además tiene wifi. El café bar
Avenida, en Ruiz Morote, es insoportablemente pop, de estética recargada ochentera, y de tapas frías y malas; solo destacar los respaldos de sus sillas con formas de corazón, labios y flores. La
Deliciosa Ureña es una cefetería pastelería, en la calle de La Mata, del montón, aséptica y cara. El bar
La Frasca, en Morería, ha devenido de bar de diseñador a taberna luminosa con fantásticos edificios de lo que algún día fuera Ciudad Real (alucinante el Cinema Proyecciones, en la Plaza de Cervantes) colgados de las paredes y tapas calientes servidas por un camarero desastrado. Muy concurrido. Al lado, en la calle Jara, el
Mulhacén sin embargo está vacío, a pesar de sus cañas Estrella de Galicia y pulgas de tapa por un euro; demasiado escondido, nuevo e inhóspito, sin historia. Me ofrece exponer mis dibujos en sus paredes.
Tartypas, cafetería familiar de ambiente agradable, en Hernán Pérez del Pulgar. Café
Quijote, con mucha rotación, el antiguo Cafetín de San Pedro. La cafetería
Nuevo Centro, en la calle Paloma, es demasiado grande y destartalada como para encontrar paz.
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