lunes, 26 de marzo de 2012

en barco por el nilo






Nos deslizamos suavemente. Mucho viento. Casi todo el tiempo estoy sentado en la terraza-cubierta, a veces sube alguien más. A la orilla huertas y palmeras, gente que monta en barcas o descansa junto a las casas y búfalos de agua. Detrás de las franjas verdes, el desierto. Kom Ombo, la ciudad del oro, desde aquí se accedía a las ciudades donde se extraía oro. Impresionantes las ruinas del templo destruido por la arena y los coptos. El sol juega con sus columnas y sombras. Los capiteles repiten la dualidad lis-papiro. En las paredes de la Capilla de Hathor, momias de cocodrilos e instrumentos de cirugía de la época romana (dibujo).
Pasamos las canteras de gres de Yébel Al-Silsila, donde está la esfinge inacabada y la capilla de Amenofis III. Cojo las hojas de una antiquísima mimosa. Ganado en las islas, que pasan con grandes falucas.
Parada en Edfú. Templo de Horus, dios-hombre-halcón. Entrada de Tolomeo III Evergetes, que lo reconstruyó de 233 al 57 ac. La tarde va cayendo, dibujo un palomar igualito que los que viera Von Gonzenbach hace más de un siglo.
Llegamos a la ciudad de Esna, con una hermosa silueta contra un cielo que se oscurece, cargada de palmeras y minaretes. Las luces ya están encendidas. Ya es una de las mil y una noches.
En la tele Egipto gana a Francia al balonmano, tiene un buen equipo. Un francés da una patada en un ojo al portero egipcio y tienen que retirarlo. Nabile se lesiona. Me duermo antes de que acabe.

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