Damos una vuelta en taxi. Hombres, carros de carga, borriquillos y coches luchan por un hueco. Vamos al gran parque del zoo, que recuerda mucho a la antigua Casa de Fieras de Madrid con sus grandes jaulas, y luego a Jal-el-Jalili, o khan-el-kahalili, un mercado gigante en la calle que ocupa todo un barrio, a la altura de la mezquita de Al-Hussein, uno de los lugares más concurridos de El Cairo. Un entramado de calles pequeñas llenas de tiendas. A veces no sabes por donde seguir, te indican una tienda, la atraviesas y sigues por otra callecita. Los cairotas son simpáticos y agradables, como buenos comerciantes, no se pasan. Alguno se retira en el mogollón para no tener que tocar a Beni, en ésto si se pasan.
Hay una contaminación tan fuerte que los edificios lejanos apenas si se ven entre la niebla. El café Fisahui o de los espejos, que hiciera famoso Naguib Mahzuf, es un espacio dividido en dos por un arco, con paredes terrosas naranjas, mesas de latón y un espejo enormele con un marco muy ancho de madera cargado de volutas. Los cafés con terraza son muy comunes, con pequeñas mesas de latón. Aquí los cairotas se mezclan con los blanquitos turistas sajones. Casi todo el mundo sabe un poco de muchos idiomas, para entenderse. Comemos en el restaurante Sahara, con vistas a las pirámides.
Cuando paramos frente a la pirámide de Keops y me bajo, no puedo evitar las lágrimas ante esta mole a base de grandes piedras, unas sobre otras. Este sitio está lleno de robelios y tengo varias discusiones, hasta que se acerca la policía y desaparecen. Nos llevan a una loma con buenas vistas de las pirámides y luego a la Esfinge, que también impresiona, esculpida en una roca, sobre el terreno. A la vuelta chocamos con un coche y se arma un alboroto del copón. La agencia nos paga unos taxis al centro.
La libra egipcia, LE, equivale a unas cincuenta pesetas. Cada libra tiene cien piastras. Aquí es imposible saber el precio normal de cualquier cosa, sólo queda ir bajando en el regateo hasta acercarse lo máximo posible. Los taxis no llevan taxímetro, hay que ajustarlo antes de subir. Un paseo nos sale por unas quince libras.
Todos los cafés tienen su terraza, y todas las terrazas sus cairotas fumando en sisha. Pitidos, caos. La gente no se enfada. Demasiados policías armados, mal rollo. Paseamos de Midan At-Tahrir hasta Midan Talaat Harb, cruzamos el Nilo por Kubri At-Tahrir, Shariat-Tahrir rodeandolos jardines hasta Kubrí el-Gala. Cerca del zoo pillamos un taxi y a la piltra, que hay que madrugar.
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