La semana siguiente a mi llegada de Perú paso todas las noches dibujando sin parar. Cuando despierto veo que, por real que pareciese, no hay nada, ni siquiera un cuaderno en blanco. Una noche incluso dibujo al dictado, Isabel me cuenta cosas y yo las dibujo. Ya de día, soy incapaz de dibujar.
Como quiera que el bueno de Marlon, aquel chico de Huancayo que sigue mi blog, soñaba con viajar algún día a Egipto, dedicaré los próximos días a mostraros el cuaderno que fui haciendo durante ese viaje, en febrero de 2001. Entonces dibujaba menos y creo que peor todavía.
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