Sucede que los pueblos tan rebonitos como Almagro están muertos. Están llenos de protecciones y subvenciones, pero la gente normal, la que curra todos los días y no es un artista, no quiere vivir allí. Así que cuando uno va a Almagro, se encuentra un montón de calles preciosas con casas solariegas llenas de piedras, escudos y rejas retorcidas; pero vacías.
En Bolaños decimos que es nuestro casco antiguo y, cuando vienen amigos de fuera, se lo enseñamos orgullosos. Aunque las tapas y el ambiente, son mucho mejor aquí.
Sin embargo, en las noches de verano la cosa cambia. Se celebra el Festival Internacional de Teatro Clásico y vienen un montón de forasteros. Los restaurantes y terrazas se ponen a tope. Incluso los almagreños, los bolañegos y demás paisanos de la provincia vienen al jaleo, a ver gente de fuera. Y luego, en Agosto, es la feria.
Ayer nos dimos una vuelta. Hacía fresquito en la plaza y no era fácil pillar mesa. El bar del Gordo estaba a tope y tuvimos que pasar de sus ricas tapas. Un rato agradable delante de un café, rodeados de almagreños, y dibujando, como siempre.
Hablo de las noches, porque por aquí de día no hay quien salga. Flama le llaman.
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