El Aviz está cerrado, así que me instalo en la terraza de la cafetaria Pingo de Cimbalino, en la misma plaza de la pensión. El sol pega fuerte y se está en la gloria. Cuando baja Beni, nos vamos a ver el Museo Nacional de Soares dos Reis. Cruzamos una auténtica marea de mujeres con camisetas contra el cáncer de mama. En general, no me resulta muy interesante. Sólo algunas pinturas del XIX de aspecto triste y rancio, los dibujos populares de la cerámica potuguesa, la cerámica azul china y dos biombos japoneses de la escuela Kano. Demasiado espacio para tan pocas piezas, cafetería de diseño y un chelo para un grupo de abuelas que no paran de hablar, como si el museo fuera su casa.
Llueve mucho. Nos cobijamos en el Café do Carmo, en la plaza de Carlos Alberto. Menú barato y gente sin demasiados posibles. Dibujo a la camarera, bendecida por la dulzura. Llueve tanto que Beni se va a la pensión a ver la tele mientras yo me doy una vuelta. En la Plaza Joao I, los chavales bailan. Me quedo un rato viéndolos y dibujándolos. En el Fnac toca el grupo Bluezebu, presentando su disco Born a Lion. En la Praça de Batalha los banglas juegan a una especie de beisbol (criquet?) delante del teatro medio derruído (Cine Aguia). Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro es una iglesia extraña y cuadriculada, con vitrales y suelo de madera.
Finalmente, una fábrica de sedas convertida en un centro comercial vacío (otro engaño). Lo mejor: las enormes fotos en las paredes de la antigua fábrica. Hay una cafetería gigante con una tele con una gran pantalla donde ponen los partidos de fútbol. Nadie atiende y la gente los ve sin consumir. Está en la Rua Fernan de Tomás, un poco más arriba de la Iglesia de Santa Catarina.
Quedo con Beni. Vemos cómo el Benfica gana 3-0. La cafetería Ceuta está cerrada, tiene muy buena pinta. La dejamos para mañana.
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