Los dibujantes callejeros tienen su cita en la Torre de la Calahorra, que es donde la gente de Cuadernos Viajeros espera a los participantes.
Esta torre almohade formó parte del recinto amurallado. Más tarde, y anexa a ella, se construyó la Casa Señorial, en el siglo XV, para pesar y almacenar las cosechas. Después se adosó la llamada caseta, que era independiente y ahora tiene acceso desde la torre. Está al lado de la Basílica de Santa María, que antes fuera la Mezquita Mayor, y muy cerca del Palacio de Altamira. Esta torre defendía, en el siglo XII, la Puerta Lucentina. El lado interior estaba protegido por un foso, y no se podía acceder a ella sin subir a la muralla y cruzar una puerta levadiza, lo que la convertía en casi inexpugnable. En su realización se utilizaron muros de mampostería revocados, con sillares en la base y en las esquinas. La torre, en origen, tenía, al menos, dos alturas más, cuerpos que se desplomaron en el terremoto de1829. Albergó una logía, aún hoy conserva símbolos masónicos en los frescos del techo y en el suelo, fundamentalmente en la llamada Sala Masónica, que antes fuera el antiguo almudín. Fueron propietarios: el comendador de León en el siglo XV, el el siglo XVIII el Duque de Arcos y el Conde de Altamira, en el XIX el VIII y IX Marqueses de Lendínez, en el XX la compran José Revenga y Asunción Ibarra, que en el XX heredó su sobrino y después un hijo de éste puso aquí su despacho. Desde 2001 es la sede de la Subdelegación del Gobierno de la Generalidad Valenciana. Sigue decorada con multitud de trampantojos, especialmente la sala neonazarí y la capilla.
En la cara de la Plaza de Santa Isabel, se ha hecho un jardín vertical, un muro verde, con una cafetería, diseñados por el arquitecto Antonio Macía, recuperando una zona en desuso con una estructura ecológica. La cafetería es una barra al aire libre junto a una terraza. Su nombre es Calahorra. Tuve la ocasión de dibujarla varias veces. La última, cobijado de la lluvia en la barra, dibujé a tres de sus camareros: Sergio, Jose y Alba, y a alguno de sus clientes dibujantes como Juanra, su nieta y Juan E. ligando con las jovencitas con el rollito del retrato a tinta china. ¡Que los dioses bendigan a los dibujantes de cómic!
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