sábado, 6 de abril de 2019

constelaciones de picasso






En 1931 Ambroise Vollard publicó una cuidada edición del relato de Balzac "La obra maestra desconocida" con ilustraciones de Pablo Picasso. La parte gráfica del libro estaba integrada por sesenta y cinco dibujos realizados por Picasso en 1924, grabados por Aubert, trece aguafuertes, todos de 1927 a excepción de uno que correspondía al mismo año de la edición, 1931, y otra serie de dibujos intercalados en el texto que, en apariencia, nada tenían que ver con la narración de Balzac. Estos últimos, abstractos y puntillistas, respondían a una técnica de descomposición de las figuras que contradecía el figurativismo de los otros dos grupos. A su vez, los aguafuertes de 1927, los más decisivos, sin duda, eran una concentración depurada de los dibujos de 1924.

Enigmática nos resulta la razón la razón por la que Vollard incluyó en la edición –y Picasso dejó que se incluyeran– los "dibujos puntillistas", radicalmente abstractos en primera visión aunque dejen entrever, observados con más detenimiento, la frecuente huella de la obsesiva forma picassiana de la guitarra. Dibujos formados por puntas y líneas que nos introducen en constelaciones o, con igual plausibilidad, en sistemas atómicos. Sea en el macrocosmos, estos campos magnéticos parecen querer atraer aquello que todavía no está configurado o, por el contrario, que está más allá de toda configuración.

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