Los principios compositivos que rigen el sistema ornamental islámico pueden reducirse, básicamente, al ritmo repetitivo y a la estilización. El ritmo es un elemento compositivo básico en las artes del Islam, incluidas la poesía y la música. En el arte, los motivos o diseños ornamentales se suceden en ritmos reiterativos hasta el infinito, como una metáfora de la eternidad que llena todo el espacio.
Como esta es una arquitectura islámica del poder, la idea de la presencia de Alá se tiene que manifestar repetidamente en todo rincón y detalle arquitectónico de la Alhambra, como si fuera un mantra que se repite continuamente y en este caso, el sistema para provocar la repetición es la geometría. Los tracistas y geómetras nazaríes siguieron caminos indirectos para expresar su visión del mundo; en La Alhambra lo evidente siempre esconde algo más: realidades reflejadas, ideas que superponen lo divino y lo humano.
El mosaico de alicatados representado arriba, de una de las tacas de la entrada a la Sala del Trono del Palacio de Comares, bien podría llamarse "día y noche" como sugiere Rafael Pérez Gómez, Matemático de la Universidad de Granada, pues representa un firmamento estrellado de forma abstracta, la noche seguida del día y viceversa, una dualidad dentro de una unidad.
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