Que aquí se congregue tanta y tan diversa gente se deberá, sin duda, a la limpieza y la luz del local, a su diseño simple y cálido, a sus precios o/y a la simpatía del personal; porque unas cuantas aceitunas o unos trocitos de queso insípido como tapa no atraen a nadie. Y sin embargo mola.
El bar La Corrala está en la esquina de Moratines con Martín de Vargas, cerca de la Glorieta de Embajadores. Admiten perros.
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