lunes, 22 de agosto de 2022

los calendarios del pegamento imedio


Gregorio Imedio, nacido en Calzada de Calatrava en 1915, fue el inventor de este pegamento en los primeros años de la posguerra. Su padre, además de una droguería, gestionaba un cine de verano, y Gregorio, un chaval de quince años, era el encargado de la cámara y de dibujar el cartel anunciador de las películas. Acostumbrado a hacer experimentos con los productos químicos en la tienda paterna y a realizar empalmes con las cintas cinematográficas, un día observó que con acetona se lograba la unión de la celulosa del celuloide y se generaba una gelatina pegajosa. Su única formación fue la escuela y nunca, si no fue por propia afición, tuvo acceso a libros de química.

Crearía su empresa en 1944 y sacaría adelante una pequeña producción con los cuatro utensilios básicos: Garrafas de vidrio, marmitas, jeringas de chapa y tubos y tenazas. También creó el producto, un pegamento transparente que lo unía todo, con una fórmula secreta, el diseño del envase, el logotipo y las campañas publicitarias. Su primera inversión fue de 500 pesetas. Posteriormente desarrollaría una gama de productos que pondría a la venta a través de los comerciales, viajantes, como antes se llamaban, que usaba su padre para la droguería. 

Página publicitaria ilustrada por Vázquez.

Su famoso eslogan (si algo se rompe) No importa, el remedio pegamento Imedio fue utilizado durante muchos años como reverso del calendario anual que le producía Heraclio Furnier, el de los naipes, desde 1968 hasta 1982, a todo color, con mucho humor y con dibujos en los que incluso se dibujaban situaciones inverosímiles: el portero al que un balonazo destroza el poste de la portería, el esquiador al que se le rompe el esquí en un descenso, el de la torre inclinada de Pisa, el dentista que extrae al paciente la muela que no corresponde, la rueda de la carreta que se rompe, el pirata al que se le quiebra la pata de palo, el señor al que se le ha separado la cabeza del resto del cuerpo, o el leñador que se equivoca de árbol... este último, de 1978, dibujado por el gran Vázquez. Los teléfonos móviles acabaron con los calendarios de bolsillo.

En 1988, cuando Gregorio ya estaba jubilado, una multinacional holandesa, Perfecta Chemie, compró Imedio. La empresa siguió en Calzada, donde se envasaba el producto que se traía de los Países Bajos. Desde entonces empezó a vivir más tiempo en Madrid que en su pueblo natal. Murió de una neumonía el 9 de enero de 2002.

Foto superior: Calendarios de los años 68, 69, 70, 71, 72, 80, 74, 75 y 76

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