Matilde Múzquiz, Jose Antonio Lasheras y Pedro Saura, en la Sala de Policromos de Altamira. |
Pedro Saura y Matilde Muzquiz pintando la réplica. Ambas fotos son de Pedro Saura. |
Un día Matilde Muzquiz acercó su mano a la mano pintada en negativo sobre la pared, realizada pulverizando pintura sobre la mano real. El tamaño de las manos coincidía. En ese gesto los prejuicios cayeron de inmediato. Para la reproducción usó su propia mano, recuerda Esther Saura Muzquiz. Mientras Matilde replicaba la obra del artista con los mismos métodos y técnicas que usó hace casi 16.000 años, la mujer volvió a entrar en Altamira, de donde había sido excluida.
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