La misión del Apolo 15 tuvo lugar entre el 26 de julio y el 7 de agosto de 1971. Contó con trajes presurizados de mayores prestaciones, con un módulo lunar mejorado que permitía estancias más largas en la superficie y fue la primera misión que contó con un vehículo lunar todoterreno, el LRV (Lunar Roving Vehicle), para desplazar a la tripulación a mayores distancias del punto de alunizaje. Todo esto permitió al comandante David Scott y a su piloto James Irwin permanecer en la Luna durante casi tres días (el doble de tiempo de la misión predecesora), realizar tres salidas extravehiculares completas totalizando 18 horas y media, recorrer 28 kilómetros en el LRV y desplegar el doble de masa en instrumentos científicos. Por otra parte, la larga duración total del vuelo, de algo más de doce días, permitió orbitar alrededor de la Luna un mayor número de veces (174) y realizar desde ahí una gran cantidad de actividades de investigación del medio ambiente lunar. El Apolo 15 trajo a la Tierra casi 77 kg de rocas de gran interés científico.
David Scott quiso en este vuelo rendir homenaje a Galileo Galilei, que fue el primer científico en advertir no solo que los objetos ganaban velocidad a un ritmo constante cuando caían; esto es, que caían con una aceleración constante, sino que, además, pudo notar que esa aceleración era la misma para todos los cuerpos si se anulaba la resistencia del aire. Entre otras cosas, esto quería decir que si dos objetos de muy distinta masa y forma (por ejemplo, una bola de cañón y un pelo) eran soltados a la vez desde una cierta altura, ambos alcanzarían el suelo a la vez si no hubiera aire, una idea, definitivamente, nada intuitiva. Al final de la última salida extravehicular en la superficie, David Scott realizó esta demostración en directo por televisión para probar de forma sencilla, siglos después, que Galileo tenía razón. En frente de la cámara sostuvo un martillo de geólogo de 1,32 kilogramos y una pluma de halcón de 30 gramos a la misma altura de unos 1,6 metros y las soltó a la vez para comprobar si ambas llegaban a la superficie al mismo tiempo: "En principio, deberían impactar en el suelo a la vez". Al hacerlo, después de un entusiasmado aplauso en Houston, Scott añadió: "Lo que prueba que el señor Galileo tenía razón en sus conclusiones".
Te agradezco esta aportación que era totalmente desconocida por mí. Un buen homenaje a Galileo.
ResponderEliminarAmor a la ciencia y a los científicos.
ResponderEliminar