domingo, 8 de enero de 2017

prohombres de ciudad real


Muchos de los grandes negocios de Ciudad Real tienen las mismas firmas, y acaban igual.

Ignacio y Antonio Barco Fernández son dos constructores de Ciudad Real que en sus buenos años aparecieron en varias de las operaciones e inversiones inmobiliarias más floridas de España, estando presentes en grupos ladrilleros como Lábaro, Global Consulting Partners o Globalmet, y en proyectos megalómanos como el aeropuerto de Ciudad Real o El Reino de Don Quijote, entre otros.

Sin embargo, a día de hoy estos dos hermanos observan cómo su imperio inmobiliario se va desmoronando merced a la abundante lista de deudas acumuladas con Hacienda. Atrás quedan los años 80, en los que un jovencísimo Ignacio Barco se autodefinía como "un agricultor más" a la vez que, como presidente de la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos (CNAG), reclamaba a Hacienda los 4.000 millones de pesetas que le adeudaba a su Confederación. Ahora es él, junto a su hermano y sus empresas asociadas, el que debe cerca de 94 millones de euros a las arcas del Estado.

Relación de las deudas con Hacienda de los hermanos Barco y todas sus empresas.


Sin embargo, y pese a lo pomposo de las deudas acumuladas por sus aventuras inmobiliarias, el fracaso más mediático de los hermanos Barco (y sus demás compañeros de viaje) no fue otro que el Aeropuerto de Ciudad Real, el mayor ejemplo de la burbuja especuladora de infraestructuras en nuestro país. La más perjudicada de este fracaso fue Caja Castilla-La Mancha, que el 29 de marzo de 2009 fue intervenida por el Banco de España convirtiéndose en la primera entidad financiera intervenida desde 1993 (caso Banesto) y dando el pistoletazo de salida a la interminable lista de quiebras de las Cajas de Ahorros españolas. Y la quiebra de CCM tuvo, por encima del resto, un claro culpable: el aeropuerto de Ciudad Real. Y es que, pese al autoproclamado carácter privado del aeropuerto, la entidad llegó a tener un 68,28% de la infraestructura entre acciones propias y pignoradas.

Un complejísimo entramado que incluyó la construcción del aeropuerto por parte de las empresas de sus propios accionistas y la autoconcesión de 4,4 millones de euros por parte de dos directivos, entre otras cosas. Además, CCM llegó a incumplir todo protocolo de riesgo de cualquier entidad financiera al depositar el 40% de sus fondos propios en tan sólo tres manos: las de los constructores Román Sanahúja, Domingo Díaz de Mera y, sí, Ignacio Barco Fernández.

La compañía de los Barco en prácticamente todas sus aventuras empresariales corrió a manos de otro de los antiguos amos del ladrillo español: Domingo Díaz de Mera (DDM). Y es que Díaz de Mera no sólo fue un actor esencial –por encima incluso de los propios Barco– en casi todos los entramados antes mencionados (Lábaro, Global, Green, aeropuerto de Ciudad Real...), sino que, de hecho, fue uno de los empresarios y constructores mejor tratados por el anterior presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, al que siempre le unió una amistad personal.

Díaz de Mera cosechó una imagen pública muy positiva en Castilla-La Mancha gracias al Balonmano Ciudad Real, el club que habitualmente luchaba en mitad de la tabla de la Liga Asobal hasta que el constructor se hizo con él y lo llevó a ser indiscutible líder del balonmano a nivel mundial; lo que le abrió las puertas a las ayudas públicas como en la construcción de un macropabellón, financiación del club y el aeropuerto. El club acabaría dentro del organigrama del Atlético de Madrid. Finalmente, en 2013 desaparece, dejando una deuda de 1,06 millones.

Macroproyecto de El Reino de Don Quijote





































Los hermanos Barco se salvaron de la hecatombe, antes de su nacimineto, de El Reino de Don Quijote, pues a pesar de estar en su Consejo de Administración, no les salpicó la deuda con Hacienda de 17,78 millones. Y actualmente son propietarios de Quesos Villadiego, uno de los referentes del queso manchego, y de las bodegas Pago del Vicario (que incluyen un hotel y un restaurante), inauguradas precisamente por José María Barreda.

Además, la estirpe empresarial del árbol genealógico parece continuar a través de Ignacio Barco Camarena, hijo y sobrino de ambos constructores, que actualmente dirige gran parte de estos negocios y, además, preside el Consejo Regulador de la D.O. Queso Manchego. Al menos, recursos no parecen faltarles.

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