Los cuadernos de Edgar Degas responden al gran consejo de su admirado Ingres: Dibuje líneas y más líneas, joven, tomadas de la realidad y de la memoria, así se convertirá en un buen artista. Aparte de sus bailarinas, carreras de caballos y desnudos en el baño, algún cuaderno recoge dibujos rápidos de tinta aguada en sus excursiones por el campo. Puede verse una búsqueda de la atmósfera, los juegos de luz y sombras y esa inmediatez de los impresionistas. Es curioso ver a un Degas irreconocible, aquel que menospreciaba la pintura al aire libre, escondido entre los decorados de teatros y cabarés nocturnos, ahora dibujando árboles, colinas ensombrecidas por las nubes y paisajes montañosos.
nobrashfestivity
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