Puesto que nuestro cabello está en la parte invisible de nuestra cabeza, no tenemos más remedio que dejarnos en manos de un o una extraños que han de tratarnos con cariño. Antes también eran sacamuelas. Para mí, las peluquerías tienen un atractivo especial.
Siguiendo la carretera Panamericana por Ecuador, paramos en esta ciudad, donde caí prendado de sus calles adoquinadas, el inmenso mercado de la plaza de Rafael Cajiao y, naturalmente, de sus peluquerías.
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