Siguiendo el gusto de Engels por la literatura materialista francesa del siglo XIX como propaganda para el proletariado, en 1922 Lenin pide la fundación, financiación y promoción de un órgano de ateísmo militante, que incluyese, entre otras cosas, esta literatura traducida al ruso.
Ese mismo año, Trotsky escribió: La religión es un veneno en una época revolucionaria, el mundo celestial y el paraíso terrenal se anulan entre sí. Si el hombre se promete un más allá, un reino sin final, entonces ¿vale la pena derramar su propia sangre, la de sus hermanos y la de sus hijos para el establecimiento de un reino al igual que este aquí en este mundo? La propaganda del ateísmo define el lugar del hombre en el universo y extrae de él un círculo de actividad consciente en la tierra.
De 1922 hasta el 41 funcionó la revista anti-religiosa soviética Bezbozhnik, que se traduce como Ateo, El ateo o Sin Dios. Su edición diaria, El ateo en el lugar de trabajo, se desarrolló entre 1923 y 1931. La publicación mordaz fue fundada por la Liga de Ateos Militantes, una organización de miembros del Partido Comunista Soviético, de su liga de la juventud, trabajadores y veteranos. Las imágenes de arriba pertenecen a esa publicación, en ellas la distintas religiones se representan como las enemigas del trabajador y lacayas del capitalismo. El fundador y la mayoría de su personal eran judíos.
Fuente: El Osario
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