El café lo tomamos a la sombra de los chopos enormes del chiringuito La Noguera, a la orilla de la laguna Salvadora. Su nombre viene de una noguera perdida que había junto al chopo gigante que hay a la entrada del aparcamiento. Hoy, un abuelo enclenque, barbudo y canoso lleva el raído atuendo del ingenioso hidalgo, con una vacía de plástico por sombrero, para hacerse fotos con los guiris y sacar su pecunio para comer. Los jóvenes se bañan a pesar de la temperatura del agua. Enseñan sus cuerpos serranos aún blancos.
En La Solana visitamos la parroquia de Santa Catalina, con elementos de su construción en 1433, capillas y bóvedas de terceletes góticos, y todas las reformas del Renacimiento, destacando su torre. En la terraza del Chema nos tomamos unas cervezas, a la sombra, y dibujo la Plaza Mayor sacrificando la impresionante torre de la iglesia. El sol apreta y ya se sabe: más vale zorrera que tiritera.
En La Solana visitamos la parroquia de Santa Catalina, con elementos de su construción en 1433, capillas y bóvedas de terceletes góticos, y todas las reformas del Renacimiento, destacando su torre. En la terraza del Chema nos tomamos unas cervezas, a la sombra, y dibujo la Plaza Mayor sacrificando la impresionante torre de la iglesia. El sol apreta y ya se sabe: más vale zorrera que tiritera.
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