domingo, 8 de junio de 2014

las lagunas y la solana






Deshacemos el camino por la carretera nacional 430. Nos desviamos a la Ossa de Montiel y el camino hasta las Lagunas de Ruidera de Albacete. Llegamos justo para comernos unas judías con perdiz en el restaurante Maese Pedro, donde las hacen de rechupete. Las riego con una cerveza artesana rubia que hacen en Chinchilla de Montearagón: La Nena. Nene y nena es la forma como se llaman por esa zona.
El café lo tomamos a la sombra de los chopos enormes del chiringuito La Noguera, a la orilla de la laguna Salvadora. Su nombre viene de una noguera perdida que había junto al chopo gigante que hay a la entrada del aparcamiento. Hoy, un abuelo enclenque, barbudo y canoso lleva el raído atuendo del ingenioso hidalgo, con una vacía de plástico por sombrero, para hacerse fotos con los guiris y sacar su pecunio para comer. Los jóvenes se bañan a pesar de la temperatura del agua. Enseñan sus cuerpos serranos aún blancos.
En La Solana visitamos la parroquia de Santa Catalina, con elementos de su construción en 1433, capillas y bóvedas de terceletes góticos, y todas las reformas del Renacimiento, destacando su torre. En la terraza del Chema nos tomamos unas cervezas, a la sombra, y dibujo la Plaza Mayor sacrificando la impresionante torre de la iglesia. El sol apreta y ya se sabe: más vale zorrera que tiritera.

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