Entre la niebla, rumanos y marroquíes altivos hacen vibrar las olivas con una máquina atronadora y recogen las aceitunas de los mantos que luego mueven con esfuerzo. Saludan en perfecto castellano y me preguntan si soy de
Bolañicos. Tranqui es amigo de todos y revolotea entre ellos moviendo el rabo.
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