Veo poblaciones en la costa con las luces encendidas. Atravesamos Brasil y Uruguay. A las ocho Beni aún duerme. La gente hace cola en el retrete. Una chica guapetona seduce al azafato con sus curvas con pantalones ajustados y ombligo al aire y consigue entrar sin hacer cola. Desayunamos cuando aparece la retícula de luz de Buenos Aires. Árboles sobre la niebla, rascapisos antiguos, campanarios.
Metal entre los viejos ladrillos de la zona portuaria. Cogemos un minibús de Manuel Tienda León, que nos deja en la puerta de casa, en el 1200 de La Prida. En Santa Fe felicitamos a la Antoñita desde un locutorio y en una cafetería desayunamos café con leche y medias lunas. Ponen una jarrita de acero, y dos vasos, para el agua, donde nos vemos distorsionados.
Paseamos hacia La Recoleta con una parada en la librería de usados Huemul, muy especial, de los años cuarenta, forrada de libros, con escaleras de mano para subir a los tramos altos. Nos sentimos como en casa, en algún barrio madrileño. Visitamos el cementerio, donde descansan los huesos de la aristocracia porteña y pueden verse hermosas estatuas para inmortalizarla. Al lado, en la Iglesia del Pilar, pueden verse figuras graciosas de madera policromada, el barroco frontal de plata en el altar mayor, un sol inca hecho por indígenas y los claustros originales, abovedados de ladrillos encalados, lo que le da ese efecto de limpio popular sanitario que me pone. El Asilo de Mendigos lo han convertido en un centro cultural para que los pijos del barrio y los guiris disfrutemos del Diseño. Comemos pasta y carne en un local inmenso. Los rabiolis de brócoli fosforecen. La carne está riquísima.
Cae una siesta que paqué. Me levanto malamente. Paseamos con los sobrinos hasta Palermo Viejo, a una zona que llaman Soho porque han reciclado locales industriales. Nos sentamos en El Taller, un viejo taller de coches reciclado en el 1515 de Serrano. En el piso superior hacen obras de teatro. Hay un retrato del joven Cortazar. Juan me dice que nunca he tenido una novia tan guapa. Nos la presenta. Aquí solo se da un beso, uno se queda cortado. Las tapas del sitio son francamente malas.
Volvemos caminado Beni y yo. Leemos mensajes en las paredes: Castigo popular a los asesinos del pueblo, Zapatillazo por los pibes, Siguen impunes, Para no olvidar las muertes del 20-12-01 contá lo que viste, Darío y Maxi ¡No estáis solos! Seguimos construyendo poder popular. Llegamos con los pies machacados. Me tiro a la cama. En el aire, me quedo frito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario