Maese Cordeta recoge la sangre en un cubo. De ahí la pasa a una fuente, le hace la cruz y la deja cuajar. La corta en dados y la pone al fuego con agua y aceite. Cuando la primera se ha evaporado y empieza a rehogarse, aporta los ajos y las guindillas, y prueba de sal.
Con el inicio de la luna nueva nos comemos la sangre frita y al día siguiente, en el almuerzo, las asaduras. Loado sea el altísimo.