sábado, 17 de noviembre de 2012

espárragos peñeros en calatrava la nueva



Amo estos días de sol en que pareciera que el mundo nos da una segunda oportunidad, sin lastres ni errores, otra vez desde el principio. Mientras pensamos qué tono tendrá nuestro futuro, vamos al Castillo de Calatrava a coger espárragos, pue si no se da bien están aseguradas una vistas más que satisfactorias de peñas, murallas, chopos amarillentos y paisaje coloreado del amarillo al rojo con grises verdosos y ovejas pastando. Aquí son espárragos peñeros, asparagus albus, de gran dificultad pues las esparragueras son marañas densas llenas de espinas a las que hay que atacar con guantes y manga larga pisando sobre piedras llenas de musgo y líquenes sobre las que es fácil escurrirse. Nada de esto tendría importancia si los espárragos surgiesen naturalmente, pero ahora todo fontanero, electricista, carpintero y agricultor se ha vuelto esparraguero, setero y cazador furtivo para poder vivir y sólo es posible ver tan preciada planta (pues el espárrago no es sino una futura esparraguera con muy pocos días de vida) ya ha sido arrancada y no queda más que hacer de rebuscador de olvidos y recién nacidos tallos.
Atacamos cuantas ariscas plantas sean necesarias aun sin demasiado éxito. Disfrutamos del águila imperial marrón de casi cuatro metros de envergadura que domina sin competencia el castillo y el monte, que descansa como una persona de blancas hombreras sobre las peñas y sobrevuela sin esfuerzo, planeando las corrientes, a pocos metros de nosotros, adoradores de su majestad indiscutible. Nos agotamos sin mucho fruto pero somos conformes con cuanto la Natura nos da y sólo aportamos un crianza tinto a la felicidad que el sol nos procura. Descansamos satisfechos ante tamaño espectáculo y sólo nos atrevemos a saborear unas birras con las setas ya cocinadas que otro día nuestra misma dueña nos ofreció. Nos sentimos plenos y alcohólicos, divertidos y nuevos, mozos de cabelleras largas dispuestos a recorrer el mundo en nuestras bicicletas. Hablamos sin temor, recorremos las casas en que nos hospedan y regalan. Nos parece todo bien mientras el sol ahí se mantenga y no quiera dar por finalizado este hermoso día.

En la foto: unas cabezas de espárragos peñeros y la diferencia entre la esparraguera de leña, relativamente suave, y la peñera, dura y espinosa.

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