jueves, 1 de diciembre de 2016

sobre el paseo

En el curso de mi vida me he encontrado sólo con una o dos personas que comprendiesen el arte de caminar, esto es, de andar a pie. 
La caminata de la que yo hablo no tiene nada que ver con hacer ejercicio, como suele decirse, sino que es la empresa y la aventura del día en sí. Ninguna riqueza es capaz de comprar el necesario tiempo libre, la libertad y la independencia que constituyen el capital en esta profesión. Sólo se consiguen por la gracia de Dios. Llegar a ser caminante requiere un designio directo del Cielo. Tienes que haber nacido en la familia de los Caminantes. Ambulator nascitur, non fit [el caminante nace, no se hace]. 
En la actualidad casi todas las llamadas mejoras del hombre, como la construcción de casas y la tala de los bosques y de todos los árboles de gran tamaño, no hacen sino deformar el paisaje y volverlo cada vez más doméstico y vulgar.
Henry David Thoreau

El viajero tiene su filosofía de andar, piensa que siempre, todo lo que surge, es lo mejor que puede acontecer.

Camilo José Cela


Para ir más despacio no se ha encontrado nada mejor que andar. ¿Quieren ir más rápido? Entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen. No caminen. Caminando solo una hazaña importa: la intensidad del cielo, la belleza de los paisajes. Andar no es un deporte.
Frédéric Gros

Caminar implica una desconexión provisional: me escapo de la red unos días, experimento en senderos desiertos lo que es estar fuera del sistema. Pero también se puede decir ‘romper’. A este respecto sería fácil encontrar llamadas a la transgresión y al ‘gran fuera’ en los escritos de Kerouac o Snyder: acabar con las convenciones estúpidas, la seguridad letárgica de las paredes, el tedio de lo idéntico, el desgaste de la repetición, la medrosidad de los pudientes y el odio al cambio. Hay que provocar partidas, transgresiones, alimentar al fin la locura y el sueño. La decisión de caminar (partir lejos, a alguna parte, intentar otra cosa) se entiende esta vez como la llamada de lo salvaje».
En un sentido político, «la marcha deja entrever un sueño: caminar como expresión del rechazo de una civilización corrupta, contaminada, alienante y miserable». El poeta Whitman hablaba de los vagabundos del Dharma, de su caminar con mochilas por viejos senderos del desierto, negándose a consumir todo lo que la industria produce y «trabajar para tener el privilegio de consumir toda esa mierda que en realidad no necesitan, como refrigeradores, aparatos de televisión, coches, coches nuevos y llamativos […], y porquería en general que siempre termina en el cubo de la basura una semana después».
Mar Abad

No hay que imaginar, como algunos querrían hacernos creer, que una excursión a pie sea meramente una manera mejor o peor de ver el campo. Cada vez uno se siente más unido con el paisaje material, y la ebriedad del aire libre hace grandes progresos en él, hasta que se para junto al camino y ve todo lo que le rodea como en un sueño placentero. 
La gente no tiene ni idea (…) de lo interminablemente largo que es un día de verano que uno sólo mide según el hambre y al que sólo pone fin cuando tiene sueño. Tenemos tanta prisa por hacer, por escribir, por acumular posesiones, por hacer audible nuestra voz un instante en el silencio burlón de la eternidad, que olvidamos aquello de lo que estas cosas no son sino partes, a saber: vivir.
R .L. Stevenson

Salir al campo a las seis de la mañana en un día de agosto no puede compararse con nada. Huelen los pinos y parece que uno estuviera estrenando el mundo.

Miguel Delibes

Es estupendo ser corredor de fondo, encontrarse solo en el mundo sin un alma que te ponga de mala leche o te diga lo que tienes que hacer o que hay una tienda que descerrajar en la calle de al lado. A veces pienso que nunca he sido tan libre como durante este par de horas en que troto por el sendero de más allá de la puerta y doblo por el roble aquel de tronco pelado y enorme barriga del final del camino (…). Lo único que sé es que tienes que correr, correr sin saber por qué, por los campos y los bosques. Correr sabiendo que una meta no es el final, aunque haya una multitud vitoreándote. Esa es la soledad del corredor de fondo.
Alan Sillitoe en La soledad del corredor de fondo (1959)


Fuente: El dilema de Proust o el paseo de los sabios. (Un ensayo sobre el paseo en la historia y la literatura universal), de Javier Mina (Pamplona 1950), que acaba de publicar la editorial Berenice.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, Josia!
    Me ha encantado el texto... tanto que... ¡acabo de encargar el libro!!!
    Gracias, sigue así... te sigo en cada entrada.
    Saludos cordiales

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