Cuando las máquinas toman el mando, la belleza resultante es fría y superficial. Es la mano humana la que genera sutileza, detalle y calidez. La belleza de lo cotidiano. -Soetsu Yanagi
El contacto con el barro nos devuelve a lo primigenio. Su manipulación nos conecta con lo más profundo de nosotros mismos y, a modo de meditación, nos permite poner distancia del ruido exterior. Una vez cocido, su presencia nos evoca la Naturaleza y sus múltiples manifestaciones, de la que somos parte.
Cada pieza forma parte de un proceso en el que interviene la tierra, el agua, el fuego y el aire, el silencio y el azar. Un proceso que se convierte en viaje. Cuyo resultado final, en algunos casos, es aleatorio, accidental e intangible.
Ceramistas de la Escuela de Cerámica La Moncloa, de Madrid, exponen algunas de sus obras en la sala de exposiciones de la Escuela de Arte y Superior de Diseño Pedro Almodóvar, en la Plaza de la Provincia. Especialmente interesante por lo raro que es poder ver alguna pieza de este disciplina en la provincia, y más aún cuando no se trata de vasijas torneadas sino más de formas y texturas que tratan de conectar con la Naturaleza.
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