En 1950 Appel se trasladó a París donde, gracias al apoyo de Michel Tapié, pudo trabajar con mejores materiales. Las áreas de pintura turbulentas y cargadas de masa fueron ganando protagonismo a los motivos figurativos, de animales y personas, que habían dominado su pintura anteriormente. En 1957 viajó por primera vez a Nueva York, y desde entonces alternó sus estancias en Francia, en un castillo que compró en 1964 en Molesmes, con largas temporadas en los Estados Unidos. Paralelamente su obra comenzó a recibir un amplio reconocimiento internacional y a ser expuesta periódicamente en la galería de Martha Jackson en Nueva York o en el Studio Facchetti de París.
Fue un artista incansable que exploró múltiples lenguajes, desde la escultura, la cerámica, la pintura mural, la vidriera o el grabado. Durante su larga carrera artística recibió numerosos reconocimientos y colaboró con artistas de otras disciplinas como el poeta Allen Ginsberg o el coreógrafo Min Tanaka.
Fue un artista incansable que exploró múltiples lenguajes, desde la escultura, la cerámica, la pintura mural, la vidriera o el grabado. Durante su larga carrera artística recibió numerosos reconocimientos y colaboró con artistas de otras disciplinas como el poeta Allen Ginsberg o el coreógrafo Min Tanaka.
Podemos acercarnos a una de sus obras en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza: Caballos salvajes, un lienzo de gran formato fechado en 1954. En él puede apreciarse el estilo impetuoso y gestual de Appel. Su originalidad surge de la libertad de acción, del movimiento impulsivo con que se aplican las gruesas pinceladas en colores estridentes, que da lugar a una figura amorfa de aspecto fantástico, modelada torpemente, en la que parecen distinguirse una sonrisa malvada y un gran ojo que se convierte en un túnel hacia abismos desconocidos. Los brochazos violentos, aplicados con colores primarios, contribuyen a desfigurar la imagen en un irreversible proceso de metamorfosis y a crear un efecto general de plasticidad confusa e indeterminada. Sorprende la violencia creativa de la que surge esta forma grotesca, que podría recordar a la de los expresionistas alemanes de principios de siglo, con los que también Appel comparte un mismo sentimiento trágico de la existencia.
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