sábado, 20 de mayo de 2023

appel en el thyssen

Si pinto como un bárbaro, es porque vivimos en una época de bárbaros.




Karel Appel, nacido en Amsterdam en 1921, está considerado como el artista más vigoroso de la generación de la posguerra en su país. Durante su época de estudiante en la Rijksakademie entre 1940 y 1943, Appel se sintió atraído por la fuerza matérica de los expresionistas alemanes y de Van Gogh. Realizó unas obras de carácter agresivo y provocador y, al mismo tiempo, de una sencillez ligada a lo infantil, que parecían estar conectadas con el espíritu transgresor de los surrealistas. Conoció a Constant y Corneille, con quienes creó el Experimentele Groep en julio de 1948. Ese mismo año firmó en París el manifiesto La Cause est entendue, junto con Asger Jorn, Joseph Noiret y Christian Dotremont, en el que defendían un arte espontáneo y sin reglas, próximo a la manera de crear de los niños o los locos, y que dio origen al movimiento CoBrA. Unos meses más tarde, con motivo de la primera exposición del grupo en Amsterdam, Appel realizó un mural en la cafetería del Ayuntamiento, titulado Niños haciendo preguntas, que produjo fuerte rechazo por su temática y sus formas duras de niños débiles, censurándolo durante 10 años de la vista de los visitantes. Sin duda era el Karel Appel más provocador e impulsivo, capaz de mostrarnos lo duro que puede ser mirar lo que no queremos ver. Es un relieve pintado hecho de trozos de madera. Clavó tacos de madera en una superficie de tablones y luego pintó caras en ellos con puntos y líneas. Esta obra forma parte de una serie que creó después de un viaje en tren por Alemania, poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando vio a niños en las estaciones pidiendo dinero y comida.

En 1950 Appel se trasladó a París donde, gracias al apoyo de Michel Tapié, pudo trabajar con mejores materiales. Las áreas de pintura turbulentas y cargadas de masa fueron ganando protagonismo a los motivos figurativos, de animales y personas, que habían dominado su pintura anteriormente. En 1957 viajó por primera vez a Nueva York, y desde entonces alternó sus estancias en Francia, en un castillo que compró en 1964 en Molesmes, con largas temporadas en los Estados Unidos. Paralelamente su obra comenzó a recibir un amplio reconocimiento internacional y a ser expuesta periódicamente en la galería de Martha Jackson en Nueva York o en el Studio Facchetti de París.

Fue un artista incansable que exploró múltiples lenguajes, desde la escultura, la cerámica, la pintura mural, la vidriera o el grabado. Durante su larga carrera artística recibió numerosos reconocimientos y colaboró con artistas de otras disciplinas como el poeta Allen Ginsberg o el coreógrafo Min Tanaka. 

Podemos acercarnos a una de sus obras en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza: Caballos salvajes, un lienzo de gran formato fechado en 1954. En él puede apreciarse el estilo impetuoso y gestual de Appel. Su originalidad surge de la libertad de acción, del movimiento impulsivo con que se aplican las gruesas pinceladas en colores estridentes, que da lugar a una figura amorfa de aspecto fantástico, modelada torpemente, en la que parecen distinguirse una sonrisa malvada y un gran ojo que se convierte en un túnel hacia abismos desconocidos. Los brochazos violentos, aplicados con colores primarios, contribuyen a desfigurar la imagen en un irreversible proceso de metamorfosis y a crear un efecto general de plasticidad confusa e indeterminada. Sorprende la violencia creativa de la que surge esta forma grotesca, que podría recordar a la de los expresionistas alemanes de principios de siglo, con los que también Appel comparte un mismo sentimiento trágico de la existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario