Mientras la guía nos explica en la sala de recepción yo tomo apuntes en mi cuaderno y hago dibujos sencillos de las piezas, fotos y esquemas expuestos en la sala: de la ciudad con sus tres murallas, de los fortines, de las casas y túmulos, cerámica encontrada en el lugar y al propio Siret al lado de uno de sus croquis. Terminamos aproximadamente a la una. Seguimos las indicaciones de Google Maps hacia Puertollano, con paradas en el precioso pueblo de Alboloduy, donde cogemos unas cuantas plantas raras, y en un bar a tomar unos bocatas y café.
La máquina nos desvía por Almuradiel. Paramos en el embalse del Fresneda, ese extraño río que pasa varias sierras para desembocar en el Guadalquivir, ya con el nombre de Jándula. En Puertollano. Mariví nos espera postrada con una coraza de fajas que la inmoviliza. Juanrique nos regala un vino de esos que hace su amiga de Peñafiel y unos chorizos de venado.
En Bolaños celebran el Carnaval a tope, y todos los bares están llenos. Vemos algunos mascarones dando voces e incordiando con el no me conoces. El sótano de La Buhardilla está a reventar. En Bolaños se acabó el COVID, nadie usa máscaras excepto los disfrazados. Compramos unos montados para cenar en casa. Aunque está muy fría, nos refugiamos en una habitación con aire caliente. Évole hace una entrevista en la tele y yo me quedo frito.
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