Desde la serie juvenil de payasos de flotante gola hasta los dibujos de signo cubista y los estilizados autorretratos de los años treinta, siguió un camino de depuración esencial. La economía de las líneas y un radical sentido trágico triunfan en sus últimos dibujos. Una línea continua y atormentada se despliega o reduce, esquemática, con un lirismo turbador e inquietante. Lágrimas como gotas de sangre, tumbas abiertas en el campo, manos cortadas y rostros de ojos vacíos suplantan a las melancólicas manolas que pasean con la palabra amor.
Muchacha granadina en un jardín (fragmento), 1925. Suicidio en Alejandría, 1928. Joven y marinero, Buenos Aires 1934. Gitano malísimo, 1927-1928. Marinero del amor, Buenos Aires 1934. Payaso de rostro que se desdobla, 1936. Negrita, tinta en la portadilla de La casada infiel, 1932. Proyecto de cubierta del primer romancero gitano, primera edición, Madrid, Revista de Occidente, 1928. Cabeza cortada de Federico (junto a la de Pablo Neruda sobre una mesa), tinta china sobre papel amarillento, Buenos Aires 1934.
Del catálogo de dibujos para las exposiciones celebradas en Caracas, Buenos Aires, Montevideo, México D.F. y Nueva York entre mayo y diciembre de 1987. Proyecto y catalogación de Mario Hernández. Torrejón de Ardoz 1987.
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