martes, 27 de abril de 2021

terra sigillata


La terra sigillata, o tierra sellada, es un acabado cerámico con las superficies lisas, duras y brillantes sin el uso de esmaltes. Muy usada en la vajilla diaria del Imperio Romano a partir del siglo I, es una técnica de doble bruñido. Los primeros talleres surgen en Arezzo, y luego se extenderán por todo el Mediterráneo.

En Hispania tiene una gran aceptación, de forma que durante los siglos I y II, en todas las ciudades hispanas ya existen talleres de terra sigillata. Entre ellas destacan algunos grandes centros productores, como son los la Cartuja en Granada, Mérida en Badajoz, Solsona-Abella en Lérida, Andújar en Jaén, Bronchales y Mora de Rubielos en Teruel y, por último, Bezares y Tricio en la Rioja. Todos estos talleres abastecerán de vajilla fina de mesa a los hispanos, de forma que acaban prácticamente con la importación. Hoy sabemos su procedencia gracias al sello del taller en la parte no visible de las piezas.

La técnica se basa en un baño de arcillas depuradas antes de la cocción. En la época romana se hacían sobre piezas fabricadas en el torno y luego bañadas por arcilla rojiza depurada, por medio del decantado, y bruñida antes de la cocción. 

Actualmente se usa con arcillas refractarias de chamota muy fina o impalpable. Decantando el barro mezclando el polvo con agua, lo dejamos posarse de forma que la parte más pesada queda en el fondo y la más fina queda encima, y arriba del todo el agua. Ese barro intermedio nos servirá de engobe con el que cubrir la pieza ya bruñida sin pasar por el horno. Se vuelve a bruñir, consiguiendo un acabado super liso, especialmente duro y brillante.

La foto corresponde a piezas con este acabado elaboradas en los talleres hispánicos del Impero Romano tal y como se exponen en el Museo Arqueológico Nacional.

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