miércoles, 28 de abril de 2021

cerámica campaniforme de ciempozuelos




Las cerámicas campaniformes, llamadas así por la forma característica de sus vasos, son los utensilios de barro de la llamada cultura campaniforme, una cultura de índole europea, que no viene de las civilizaciones orientales, y es propia del final del Neolítico, Calcolítico, y los principios de la Edad de Bronce, aproximadamente desde el 2900 al 1700 a.C. De ahí que las primeras sean de barro cocido de colores tierra, rojo o marrón rojizo, como por ejemplo los vasos de Purchena, y las últimas de colores oscuros y negros, y con brillos de la cocción de resinas, siguiendo la nueva moda que supone el uso de los metales, como la cerámica de Ciempozuelos.

La cultura campaniforme fue cohetánea a la megalítica, mezclándose con ésta a medida que fue transcurriendo el tiempo. Mientras que la megalítica era de costumbres sedentarias, dedicadas a la agricultura y estáblemente asentada, la cultura campaniforme irrumpe con su economía ganadera y transhumante. Donde mejor podemos ver las diferencias entre ambas, es en sus enterramientos, ya que la forma en que un pueblo se desprende de sus muertos nos habla elocuentemente de sus creencias y nos facilita el ordenamiento y las influencias de unos pueblos sobre otros. En el megalitismo, las inhumaciones eran colectivas, no así en el campaniforme, donde los enterramientos eran individuales.

Estas vasijas an sido consideradas bienes de prestigio en el seno de las sociedades de buena parte de Europa, en las que determinados individuos comenzaban a destacarse en el seno de la comunidad y han acumulado una riqueza con la que pueden adquirir este tipo de bienes. Se vinculan a rituales de banquete en el que jugarían un papel esencial el consumo de bebidas alcohólicas.

Los utensilios de arcilla cocida de Ciempozuelos, Madrid, corresponde al llamado Campaniforme Inciso, desarrollado en el Bronce Antiguo (1900-1700 a.C). Forma parte de un ajuar funerario de la necrópolis de Ciempozuelos, en el yacimiento de la Cuesta de la Reina, en el valle del Tajo, excavado por encargo de la Real Academia de la Historia y dirigido por Don Antonio Vives, y donde se localizaron siete enterramientos. Está formado por un vaso inciso de 17,4 cm. de diámetro de boca, una cazuela de 23,5 cm. de diámetro de boca, y un cuenco de 15,2 cm. de diámetro de boca. Todas las piezas con incisiones de surcos finos y profundos. Su elaboración se basa en las técnicas constructivas a base de churros y pellizcos, ya que aún no existe el torno, y una decoración geométrica a base de incisiones rellenas de pasta blanca y posiblemente hechas con aguja de bronce, formando bandas anchas horizontales que se alternan con bandas sin incisiones. Posteriormente, tiene una cocción subterránea con la arcilla compartiendo hojas, broza, ramas y leña ardiendo, a la que luego se ha cortado el oxígeno, tapando todo, para que el humo se introduzca en el barro y le dé ese color negro característico. El resultado no es uniforme porque las llamas, el contacto, o las resinas de las maderas crean superficies distintas en tono y brillo.

Recientemente, la Escuela de Cerámica de Madrid ha elaborado algunos cuencos, fuentes y vasos al estilo de la vajilla de Ciempozuelos (fotografía de la derecha: piezas cocidas aún sin aplicar la pasta blanca) siguiendo estas pautas de elaboración, obteniendo resultados parecidos. Allí estiman que las vasijas han pasado por una sola cocción en contacto directo con el combustible orgánico y que el color blanco de las incisiones se ha aplicado con posteridad con carbonato cálcido, fácil de conseguir en las piedras calizas o en la cáscara de los huevos, por ejemplo.

En la provincia de Ciudad Real se han encontrado restos de vasos campaniformes en el yacimiento de Oretum, Cerro Domínguez de Granátula; El Castellón, de Villanueva de los Infantes; El Gato, en el Campo de Montiel; o La Motilla del Azuer, en Daimiel.

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