Aquellos que nunca fueron a Coyoacán, en la ciudad de México, tienen la oportunidad de hacer un recorrido virtual por el Museo Anahuacalli, un sueño de Diego Rivera y Frida Kalho que resguarda las más de 50 mil piezas prehispánicas que el maestro coleccionó a lo largo de su vida.
En 1955, Rivera formó un fideicomiso con el Banco de México para administrar y vigilar el cumplimiento de las disposiciones relativas a este museo y a La Casa Azul, donde se albergarían las colecciones de Frida, como herencias al pueblo mexicano. Una idea de ambos desde los años treinta.
A la muerte del artista, el Anahuacalli se encontraba en construcción. Su hija, Ruth Rivera, y el arquitecto Juan O'Gorman supervisaron la conclusión arquitectónica del museo y, gracias a la generosidad de Dolores Olmedo, éste se concluyó en 1963 y se inauguró en 1964.
O'Gorman ha sido considerado como uno de los más grandes arquitectos mexicanos. Con 24 años hizo la primera casa funcionalista de América Latina, entre 1929 y 1931. Dos años después recibiría el encargo para construir las de Ribera y su esposa Frida en un espacio libre que quedaba en ese mismo terreno. Eran casas funcionales y económicas que desarrollaban las teorías recientes de Le Corbusier. Fueron encumbradas en 1998 por el arquitecto japonés Yoko Ito, premio Pritzker de Arquitectura. A mediados de los treinta O'Gorman se revolvió contra esta arquitectura moderna y giró hacia una mezcla de regionalismo, ecologismo y un fondo moderno del que en la práctica nunca se desprendió. A partir de la muerte de su adorada Frida sufrió profundas depresiones. Sus últimos años los vivió en una casa funcionalista de las que construyó en los años treinta. Considero que es algo fea, pero cómoda y extremadamente funcional, decía. Fue en ella donde se suicidó.
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