miércoles, 31 de diciembre de 2014

darwin en tierra de fuego

Indígena del estrecho de Navidad



Charles Darwin, en 1831, se embarca como naturalista en el barco Beagle, en un viaje de exploración alrededor del mundo que duraría cinco años. En su primer encuentro con los habitantes de estas tierras, los fueguinos, Darwin quedó sorprendido ante las diferencias con el "hombre civilizado".

Darwin, se había embarcado merced a la recomendación del naturalista John Stevens y tenía sólo 22 años de edad. Darwin, naturalista más por afición que por formación, jamás había cruzado el océano de hecho, no fue elegido por su pericia científica sino por la afinidad personal que de inmediato se dio entre él y el capitán Robert Fitz Roy.

El viaje permitió a Darwin estudiar las propiedades geológicas de continentes e islas y los múltiples organismos vivos y fósiles que fue encontrando en la expedición. El naturalista fue colectando una cantidad enorme de especímenes no conocidos hasta el momento por la ciencia y que fueron llevados al Museo Británico. En su diario de la expedición tomó notas de todo lo que observó:

Una mera ojeada al paisaje bastó para hacerme a la idea de cuán enteramente distinto era aquello de todo cuanto había visto hasta entonces.
Cuando la partida desembocó en la orilla, los fueguinos parecieron alarmarse; pero siguieron hablando y gesticulando con gran rapidez. Era, sin excepción, el más curioso e interesante espectáculo que jamás había presenciado: imposible imaginar la diferencia que existe entre el hombre salvaje y el civilizado.
El jefe charlatán era viejo, y parecía ser el cabeza de familia; los otros tres, jóvenes fornidos y vigorosos, median un metro y 80 centímetros de estatura. Todo su vestido se reduce a una manta hecha de piel de guanaco, que usan con la lana para afuera; se la echan sobre los hombros, y no cuidan de que les cubra o no el resto del cuerpo. Tenían la piel de un sucio color cobrizo.
El viejo llevaba atada alrededor de la cabeza una cinta con plumas blancas, sujetando en parte sus negros, ásperos y enmarañados cabellos. Su rostro estaba cruzado por dos anchas barras transversales, la una pintada de rojo vivo, que le llegaba de oreja a oreja, pasando por el labio superior, y la otra, blanca como tiza, extendida sobre la primera y paralela a ella, de modo que le cogía también los párpados. Los otros dos hombre se adornaban con anchas rallas de polvo negro, hecho de carbón vegetal... - Charles Darwin. Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo. Capítulo X: Tierra de Fuego, pág 253. Traducción de Juan Mateos. Anotación del 17 de diciembre de 1832


En 1520 Hernando de Magallanes la descubrió. Durante su travesía, vio muchas fogatas que encendían los indígenas, fogatas que ardían por días y despedían mucho humo, Magallanes, por lo tanto, las llamó Tierra de los Humos. Poco a poco esta denominación fue cambiando a Tierra de los Fuegos o Tierra del Fuego.
En 1615 comenzaron los viajes de reconocimiento que resultaron con el descubrimiento del cabo de Hornos. En 1768 se iniciaron las comisiones hidrográficas destinadas a levantar la cartografía de la región y a obtener antecedentes de carácter científico.
Los pueblos indígenas que habitaron estas islas y canales fueron conocidos durante varios siglos con el único nombre de fueguinos. Después de la expedición hidrográfica al mando del comandante Parker King, 1826-1830, se les comenzó a clasificar en cuatro ramas distintas: kawésqar, yámanas, onas y haush.

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