Dicen que fue el cerrillo lugar de reunión de bolañegos y almagreñas lanzadas, cosa necesariamente secreta por lo mal vistas que eran las alianzas entre pueblos vecinos. Pero de aquello salió una nueva generación sin piedras. Y del lugar no quedan más que unos livianos montones de tierras y chinas clasificadas, y un boquete que llena el agua. Aún puede verse en viejos mapas.
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