Hace un día extraordinario. Llego con Tranqui al Venero, que está seco. Él se conforma con los charcos. El candado sigue echado y doy una vuelta por la parte izquierda de la rambla. Subimos por una casilla sencilla y rechula con eucaliptos, cipreses y chumberas. Tranqui se divierte saltando de uno a otro lado cuidándose de las zarzas. Los chopos están llenos de nidos. Se está bien aquí bajo olivas, chopos y alguna encina. Hay jaras, cornicabras, tomillos, lavandas... huele de maravilla.
Volvemos por la huerta de Viruta. Han desviado el agua del manantial y ya no suena en la alberquilla. Tengo que atar a Tranqui cuando estira las orejas al oír los cencerros bordeando lo de Juli Carabina. Están apartadas las ovejas con sus corderillos recién nacidos, blanquitos.
Me bebo unas cervezas en Los Arcos, que me despacha Fernando. El pueblo está otra vez vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario