lunes, 29 de abril de 2013

nieve




Cuando me asomo a la ventana por la mañana temprano para ver si llueve, veo ¡la sierra nevada! ¡Es como si estuviera en otro sitio! Cojo el paraguas y me voy de paseo con el perro. Nunca ha visto la nieve, me gustaría subir otra vez a la laguna.

Desde abajo, en los pastos de Juli Carabina, la sierra se levanta blanca con caminos y peñones marcados. Me recuerda tanto al altiplano peruano, salvada sea la parte, que me pongo a la tarea mientras ato a Tranqui a un poste.

Largo camino aunque ataje entre las olivas hasta Cañas. Luego, el perro se pone otra vez a menear ovejas. La subida es un auténtico espectáculo. En los últimos peñones aparece el perro totalmente mojado. Lame sin cesar la nieve, le gusta. No le hago ni caso, se pierde persiguiendo perdices y revolcándose en la nieve. Aprovecho para dibujar los peñones, castillones, cargados de nieve. El cielo está sucio pero ¡nos atrae tanto la nieve, tan extraña en estos lares!

Me despido de Fernando, que me invita a un pomo y me regala un mechero. Cargamos y volvemos a Bolaños. Allí nos cuentan que llovió y nevó toda la noche. El cerro de la Yezosa estaba blanco blanco y el Hondo s'enllenó, que he tenío que dar una buena vuelta para llegar aquí, dice el señor entusiasmado de dar las nuevas y cogido a la bicicleta cargada de cardillos. La huerta está bien regada y las judías verdes han germinado y unas plantas pequeñas acaban de salir.

2 comentarios:

  1. El dibujo me parece cálido pensando en el frío que debiste pasar dibujando. Mereció la pena, es difícil ver nieve en vísperas de Mayo.

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  2. Creo que es el tono del papel lo que lo hace cálido. No hacía frío, de verdad, con las fundas que llevaba y luego de subir la cuesta. Un saludo, Clara. Adelante con vuestras vueltas.

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